Cuando era chiquita mi papá me decía "La Princess".
Pero no en términos cariñosos, mas bien significaba algo así como: "La Caprichosa". Él representaba un "plebeyo" de la corte que desganadamente complacía los caprichos de su princess. No me gustaba, la verdad. Pero igual me quedé en mi castillo, esperando algo, un buen tiempo. Hasta que me dí cuenta que mis necesidades no eran nada del otro mundo y sobretodo, que yo misma podía y debía satisfacerlas.